Introducción: cuando la planta es también memoria
En los dedos de quienes la cultivan, la resina de la cannabis no es solo sustancia: es historia viva, herencia y resistencia. En el Sur Global, esta planta ha sido cultivada, protegida y utilizada durante siglos, mucho antes de que fuera objeto de leyes, patentes y mercados.
Llamar a la cannabis un “patrimonio del Sur Global” es reconocer no solo su origen geográfico, sino también su dimensión cultural, espiritual y política.
La resina como símbolo de saberes ancestrales
En regiones como Marruecos, India, Colombia o Sudáfrica, la extracción artesanal de resina (hachís, charas, etc.) es una práctica milenaria, transmitida de generación en generación. No es industria: es arte, ritual, cuidado.
Estas formas tradicionales de relación con la planta implican:
- Respeto por los ciclos lunares y estacionales
- Uso de manos y herramientas simples
- Conexión espiritual durante el proceso
Sin embargo, estas prácticas han sido sistemáticamente invisibilizadas por el discurso científico dominante y por la estandarización farmacéutica del cannabis.
Patrimonio cultural vs. biopiratería moderna
Hoy, a medida que la industria del Cannabis crece, muchos países del Norte Global buscan registrar genéticas, técnicas y productos que tienen su origen en comunidades del Sur.
Este proceso, conocido como biopiratería, convierte el conocimiento colectivo en propiedad privada. Es una forma de colonización contemporánea disfrazada de innovación.
La resistencia está en la raíz
Pese a la apropiación, comunidades campesinas e indígenas siguen resistiendo, cultivando cannabis de forma tradicional, defendiendo sus semillas y reclamando soberanía sobre sus territorios. Estas luchas no son solo económicas: son luchas por la memoria, por la autonomía, por el derecho a vivir de lo propio.
Cannabis como derecho cultural
Defender la cannabis como patrimonio del Sur Global implica:
- Reconocer las prácticas tradicionales como formas válidas de conocimiento
- Incluir a cultivadores ancestrales en el diseño de políticas públicas
- Evitar la homogenización industrial de la planta
- Proteger legalmente las variedades locales frente a patentes extranjeras
Conclusión: no hay futuro sin raíces
La cannabis del futuro solo será justa si honra sus raíces. Si la planta tiene poder sanador, es porque viene cargada de historia. Cuidar esa historia es también una forma de resistir.