Del Activismo a la Explotación Comercial
Durante mucho tiempo, el cannabis fue símbolo de resistencia. Criminalizado, vinculado a movimientos sociales y contraculturales, su defensa era, por sí sola, un acto político. Con el avance de la legalización en varios países, comienza una nueva etapa: la era del mercado cannábico.
Si antes la prioridad era despenalizar y garantizar el acceso a la planta, hoy el discurso ha cambiado: startups, patentes, ganancias y expansión internacional. La llamada “nueva ola verde” es celebrada como una revolución económica. Pero detrás del entusiasmo, emergen riesgos profundos: el borrado de luchas históricas, la exclusión social y la reducción de la planta a una simple mercancía.
El Capitalismo Verde Llama a la Puerta
El concepto de “capitalismo verde” se refiere a la apropiación de causas ambientales y sociales por parte de grandes corporaciones —transformando luchas colectivas en estrategias de marketing y rentabilidad. El cannabis, ahora legalizado en muchos lugares, encaja perfectamente en esta lógica.
Las empresas cannábicas se presentan como sostenibles, éticas, inclusivas. Venden salud, bienestar, un estilo de vida alternativo. Pero sus modelos de negocio siguen el viejo manual: concentración del mercado, precarización laboral y extracción de valor sin redistribución real. La planta se convierte en producto. La causa, en eslogan.
¿Quién Está Quedando Atrás?
Mientras las multinacionales ganan miles de millones, miles de personas siguen encarceladas o excluidas por su relación con la misma planta. Pequeños cultivadores, comunidades tradicionales y ex-presos enfrentan grandes obstáculos para obtener licencias, acceder a crédito o integrarse en el mercado legalizado.
Además, la burocracia, los costos y la tecnocracia del nuevo sector limitan el ingreso de iniciativas populares. Así, quienes siempre han vivido del cannabis siguen al margen —ya no de la ley, sino del capital.
El Precio de la Mercantilización
La mercantilización del cannabis afecta no solo a quienes pueden producirlo o consumirlo, sino también a cómo se percibe y utiliza la planta. La lógica del lucro tiende a priorizar:
- Cepas con alto contenido de THC y mayor valor de mercado, en detrimento de la diversidad genética;
- Producciones a gran escala con insumos industriales, ignorando prácticas agroecológicas y sostenibles;
- Productos dirigidos a nichos de consumo elitistas, y no a necesidades reales de salud pública.
En este escenario, se pierde la conexión ancestral con la planta, su espiritualidad, sus usos tradicionales. El cannabis se convierte en un artículo más en la estantería del supermercado global.
Alternativas Fuera de la Lógica del Lucro
A pesar del avance del mercado corporativo, existen caminos alternativos que están siendo construidos. Asociaciones de pacientes, cooperativas de cultivo, proyectos de justicia restaurativa e iniciativas de base están demostrando que es posible pensar en un cannabis:
- Democrático, con acceso garantizado a su uso medicinal y terapéutico;
- Justo, con políticas de reparación histórica y redistribución de ingresos;
- Sostenible, centrado en la agroecología y la preservación de la biodiversidad;
- Popular, conectado con los territorios y saberes comunitarios.
Estas experiencias resisten la mercantilización y rescatan el valor simbólico y político de la planta.
Conclusión: Más que un Mercado, un Proyecto de Sociedad
La “nueva ola verde” puede parecer moderna y prometedora, pero debe ser observada con atención. El cannabis no debe ser solo otro capítulo de la expansión capitalista —sino una oportunidad para construir modelos distintos de producción, cuidado y justicia.
Si la planta es devorada por el mercado, perderemos no solo su potencial curativo, sino también su potencia transformadora. Es hora de decidir: ¿solo vamos a vender cannabis — o vamos a cultivar un nuevo mundo con ella?